Nuestros antiguos alumnos hacen comunidad con la experiencia de voluntariado en Los Pajaritos
En el colegio Sagrado Corazón de Sevilla no solo formamos a nuestros alumnos en el ámbito académico, sino que también cultivamos en ellos valores esenciales para la vida; como la empatía, la solidaridad y el compromiso con los demás. A través de nuestro proyecto educativo, trabajamos para que cada joven descubra la importancia de “salir de uno mismo” y vivir la fe en el servicio a los demás.
Uno de los ejemplos más significativos de este compromiso se refleja en el voluntariado que nuestros antiguos alumnos llevan a cabo en el barrio de Los Pajaritos de Sevilla, una zona con gran necesidad social y económica. Semanalmente, un grupo de Jóvenes Spínola dedica parte de su tiempo a visitar a ancianos que viven en soledad, llevando consuelo y compañía.
Al dar recibes mucho más
Durante estas visitas, los jóvenes escuchan y conversan junto a personas que muchas veces están solas y esperan con ansias este momento de conexión y alegría en el que descubren en los rostros de estos jóvenes personas con quienes reír, desahogarse, compartir recuerdos y pasar ratos inolvidables.
“Visitamos tres hogares en los que estamos media hora hablando, en este caso, con ellas. Carmen Mercedes, Esperanza… personas que solo quieren que estemos y que nos reciben como familia. Es increíble la fe que tienen y que siguen alimentando cada día. Este voluntariado es la clara representación de que al dar, recibes mucho más. Alegrar el día a personas que lo necesitan es muy gratificante y ver cómo se despiden de ti desde la ventana hace que todo valga la pena”, cuenta Beltrán Redondo.
Estas experiencias de voluntariado son una ayuda para “transformar ” la mirada y el corazón, aseguran los propios voluntarios. Tiempos en que no solo se enriquecen las personas a las que visitan, sino que los propios jóvenes aprenden cómo la apertura a los demás, la empatía ante las dificultades o la escucha atenta son auténticos regalos que tenemos a nuestro alcance para dar.
¿Qué es una hora a la semana para mí sabiendo que ellas la esperan tanto? Nada y a la vez todo. Hablan, ríen, se desahogan, rezan, los ojos brillan y los abrazos son cada vez más fuertes. Mientras tanto, nosotras solo asentimos con la cabeza y ayudamos a que ese sentimiento de soledad desaparezca. Cuando empecé no imaginé darme cuenta de tanta realidad, cada día el barrio nos tiene preparado algo nuevo, que sorprende, pero que nos ayuda a seguir yendo para que dentro de nuestro alcance hagamos que mejore.
¿Impacta? Claro que impacta, pero, si no lo hacemos nosotros, ¿a quiénes esperan ellas durante toda la tarde? Ahora cuando salgo por la puerta y escucho “os quiero mis niñas”, “tened cuidadito”, “nos vemos pronto”... intento no sorprenderme y no puedo. ¿Qué he hecho yo para que me digan eso? Regalarles mi tiempo, supongo, algo que no me cuesta nada sabiendo que más me regalan ellas a mí, con su sabiduría y dura experiencia de vida”. Son preguntas y respuestas de María Palma tras esta experiencia.
Este compromiso que nace en nuestro colegio y se fortalece en el servicio, es una prueba viviente de cómo se puede “transformar el mundo desde el Evangelio”. En cada encuentro en Los Pajaritos, los jóvenes experimentan el poder de la entrega en lo cotidiano, en lo pequeño, en lo que transforma corazones.