La comunidad educativa se une para recordar a Ana Cabezas
Carta a nuestra querida Ana.
Querida Ana:
¡Cuántos años juntas! Formábamos una gran familia abanderada por Marcelo Spínola.
Hemos recorrido un largo camino, llano algunas veces, con piedras otras.
Intentando cumplir ilusiones, ejerciendo, por un lado, nuestra vocación de ser maestras. Cuántos niños y niñas han pasado por nuestras manos. Seguro que a muchos les hemos aportado algo o mucho de nosotras.
Por otro, formar una familia: marido, hijos, nietos. Una vida llena, pero que sin darnos cuenta, llegamos a una nueva etapa, la jubilación, también con proyectos e ilusiones.
En eso estábamos, cuando tú, te has ido… Al principio, el sentimiento es de incredulidad, después de mucha tristeza por esa partida inesperada y antes de tiempo. Estamos seguras que desde el cielo nos vas a cuidar a todos: tu familia, amigos, compañeros.Damos fe de que has sido una buena maestra, compañera, esposa, madre y maestra.
Querida Ana, Dios te eligió para estar a su lado, solo le pedimos que nos de fuerzas para aliviar tu ausencia.
Siempre estarás entre nosotras. Ahora y siempre te recordaremos como la gran persona que fuiste.
Tus compañeras.
Se nos fue nuestra compañera y para mí también hermana.
Todavía me parece imposible y no consigo encajar que ya no estés con nosotros. Pues sí, has sido la primera en irte de aquella pandilla de veinteañeras que llegamos al colegio de las Esclavas dispuestas a iniciar nuestra hermosa profesión con toda la ilusión de quienes, por primera vez, se dedican a ella; queríamos darlo todo allí, donde decíamos, que era nuestra segunda casa.
¡Cuántas anécdotas tenemos de aquellos primeros años, con nuestra querida Hª Flora!, cuántas fiestas de fin de curso, cuántas reuniones de evaluación, cuántas entretenidas charlas en la sala de profesores, cuántos alumnos queridos los que hemos dedicado horas y horas, y… además, tantas vivencias personales en las que participábamos todas, como ensayos de las canciones para cantar en nuestras bodas, embarazos, primeras comuniones de nuestros propios hijos y de alumnos, etc. Todos estos recuerdos y muchos más, ya no podemos hablarlos contigo, querida hermana. Creo que todos hemos sentido tu partida de este mundo pero yo,… yo, como es
normal, mucho más, ya que no sólo se me ha ido mi compañera de profesión sino que, de los cinco hermanos que somos, has sido la primera en dejarnos. Añadamos a esto que eras casi 3 años más pequeña que yo, y durante nuestra niñez habíamos sido compañeras de juego, amigas, de la misma pandilla en la juventud, habíamos compartido infinidad de viajes en familia y con nuestras amigas y un largo etc. de cosas. Pero como tu decías cuando eras pequeña, con esa inocencia que caracteriza a los niños: “Dios es un mandón”, y ahora Él ha decidido que ya habías cumplido tu misión entre nosotros aquí, en la tierra y ha tenido a bien llevarte con Él, antes de que nosotros quisiéramos. Esto forma parte de los consabidos “renglones torcidos de Dios”, que tantas veces no entendemos y sin previo aviso el 2 de junio nos quedamos sin tí. Sólo una cosa me reconforta: que el Señor haya elegido para llevarte el mismo día que a Celia Méndez, a la que tenías una gran devoción. Descansa en paz, mi querida hermana y compañera ANA, que nosotros seguiremos recordándote.
Adela Cabezas Parejo